Mira (Ganadora)
¿Qué son las miradas si no un suspiro? Lo no verbal reina en nuestros corazones. Recuerdo el día durmiendo la noche. Auxilio pido en desahogo. Corre. Vendrán.
¿Qué son las miradas si no un suspiro? Lo no verbal reina en nuestros corazones. Recuerdo el día durmiendo la noche. Auxilio pido en desahogo. Corre. Vendrán.
Silencio sepulcral. Todas las miradas estaban puestas en un único tramo de la calle. Emoción contenida. Algún empujón que otro. De pronto, sonaron los tambores. El anuncio de su llegada. Ella, Maria Auxiliadora, la Virgen del Auxilio, estaba a punto de pasar. La esperanza volvía.
De repente se siente objeto de miradas. Demasiadas. Camina cada vez más deprisa, ¿hay que pedir auxilio?. Tropieza. Traga saliva, pero la garganta sigue igual de seca. Una farola, luz, oasis, por fin algo de paz.
Notó sudor en sus manos pero no saliva en su boca. Sus miradas de auxilio no encontraban respuesta. Nadie le ayudaría.
“Insisto Sr. Farray, ¿puede compartir el chiste con el resto de la clase?”
Todas las miradas se posaban en la estrella de fuego que caía del cielo.
¡Auxilio! – gritaban los estegosaurios.
¡Socorro! – exclamaba el triceratops.
Hoy por ti, mañana por mi – sonrió Dios.
¡Qué pesado estás con las miradas! Eres más tonto… como si estuvieras pidiendo auxilio. ¿Un corazón herido? Mira tío, conmigo o con cualquier otra: o te atreves o no molestes.
El pequeño trazó la hoz roja con cuidado. Esta vez se aseguró de haber usado el lápiz correcto, la última vez había usado el añil por error, y todavía tenía las marcas de los azotes.
Al gritar su nombre, giró bruscamente la cabeza y levantó la hoz amenazante. Lágrimas añil, ojos ocre, labios anaranjados ¿era esto también producto de la simulación o estaba ocurriendo de verdad?
A cada paso las miradas murmuraban. Su capa añil oscurecía aún más su presencia mientras andaba con paso arrogante balanceando su enorme hoz negra.
El Brazo Ejecutor había sido convocado.
La vio entrar. Sintió ardor en su pecho. El color añil de su pelo jugaba con las luces del bar.
A su lado, su mujer le segó con la mirada, fría como la hoz que cosecha el campo.
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