Javi Físico
Aquel tono malva en el collado, ahora ligeramente desdibujado por el paso del pincel, no era lo que él esperaba. Definitivamente la sangre de unicornio no era el maravilloso pigmento que esperaba.
Todos los relatos desde el inicio de los tiempos
Aquel tono malva en el collado, ahora ligeramente desdibujado por el paso del pincel, no era lo que él esperaba. Definitivamente la sangre de unicornio no era el maravilloso pigmento que esperaba.
Sácame de aquí, llévame lejos. Mar o montaña, monte o collado, quiero respirar. El color de tus ojos me confunde, malva o azul, lo importante es el cambio. Todo evoluciona o todo se mueve… menos tú.
Fiel amigo, siempre aquí descansa
en tu túmulo florido de malva
así haciendo esta tu ladera
desde donde otear este collado
como aquel que tú ya has cruzado
tras largo hollar tus patas la pradera
Alta, erguida, orgullosa, recorre el sendero que abraza al collado. Lleva la marca, quiere que se vea el color malva. Cada insulto la humilla, cada paso la hace más fuerte.
Para su sorpresa, la ropa interior bajo ese vestido veraniego era también malva. Por supuesto, el redundante colorido no evitó que fusionaran sus cuerpos en aquel collado bajo las estrellas.
Bajó el mapa, ese debía ser el sitio. El collado donde crecía una sola malva en invierno. La cueva debía encontrarse cerca. Lo había sacrificado todo, pero tal era el precio de ver los pergaminos.
Última hora: El premio Planeta Antón Jurado aparece ahorcado en su segunda residencia. El escritor de novelas de misterio terminó como muchos de sus protagonistas: calvo, solo, triste y con un whisky en la mano.
23:38 Julia Jurado, acepto.
03:54 Llego a su casa.
04:03 Calmante administrado
04:27 Soga, whisky, preparados.
05:59 Antón, desconcertado, colocado
06:38 Espero a que se recupere y entrego el mensaje: “La indiferencia hacia tu hija siempre fue el mayor misterio.”
06:39 Fin.
Cómo había llegado hasta ahí era un misterio. Hace unos instantes estaba sola en su casa. Ahora el jurado esperaba su decisión. El acusado la miró con ojos vidriosos: su vida estaba ahora en sus manos.
El misterio del siglo. Un cuerpo sin vida, un jurado sobornado y docenas de sospechosos. Se ajustó los guantes y bajó su máscara. Si quería encontrar al culpable, no había tiempo que perder.
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